NRMAL20: Belafonte Sensacional

Militares y drogadictos viéndose con desprecio unos a otros en la entrada del Deportivo Lomas Altas. Los militares te obligan a pasar por los pasos de peatones en vez de por donde se te da la gana. Los drogos no se ponen altaneros y obedecen. Caminé por donde me decían y me recibió en la entrada un mariguano buena onda -en realidad no sabía si era mariguano o sólo hablaba como uno, no creo que exista mucha diferencia- me indicó por dónde entrar. Seguí el único camino que había; a la derecha comida, a la izquierda un establo, de frente dos escenarios, por doquier chingo de hipsters wannabe cul -yo diría culos- y por supuesto Jackie Mendoza en el escenario. Y de repente un dolor de estómago. Corrí a los baños. Todavía era temprano así que podría ser que no estuvieran tan cagados o meados como suelen estar. Equivocado. 

No pude cagar. Me dio tanto asco que pensé que lo mejor era aguantarme. Regresé y no estaba Jackie Mendoza pero estaban, en el otro escenario, un chingo de sujetos con cara de inadaptados así como de buena gente. Revisé el horario en una foto que guardé en mi celular. Eran las 13:57 y coincidía con Belafonte Sensacional. Al parecer iba a ser la única banda decente entre tantos proyectos snobs y chafalambras. Y LUEGO DE ESTA VIDA SÓLO HAY MUERTE. Dejé mi chamba de pseudo-periodista y robé una chela de un morro que se veía bien trabado y quise, de la nada, empujar a la gente. SÁCATE A LA CARRETERA. Lo hice y todos se alejaron de mí. Ni pedo. Pinches aguados. 

RESISTOL. Me dieron ganas de echarme algo, tal vez abrir unas chelas, unos toques y un jalón pero de repente me atrapó un slam. Llegó a mí. Me encontraba en medio de un gran salón, donde se baila lo único que conocemos algunos chilangos: los chingadazos. Un instante y un rodillazo y un manotazo y un poco de sudor y por ahí un poco de saliva y otro poco de putazos. Un caótico vaivén de codazos fresones. OH SHIT OH FUCK. Después de revisar si no me salía sangre de la nariz me di cuenta que todo este tiempo había estado detrás de Carlos, el vocal de Mengers. ¿Qué pedo? ¿Cómo andas·······? Chingón. Y me dejó ahí con la plática en la boca, porque en ese momento bajó Israel con el público a armar una fusión de slam con abrazos y selfies que se unieron la mayoría de los sujetos sinquehacer que estábamos allí. Él corrió hacia él como poseído, como si hubiera visto al mismísimo Jesús. Me dejó ahí. 

Entre los empujones tenía momentos de preocupación. Me preocupé por el morro trabado. Tenía si acaso 12 años, apenas le salieron pelos en los huevos y ya andaba perdido como los grandes. Me acerqué a ver cómo andaba. Y repetía una y otra vez -volar en mil pedazos- en voz baja, una y otra vez. Qué te metiste, compita. Le pregunté. CUMBIAS CUMBIAS NO LAS LLORES BAILALAS. Su amigo me dijo que sí andaba bien aceitoso. Se veían morros pudientes, tal vez de la Ibero o de la Anáhuac porque hablaban como medio imbéciles. Les pedí que si me podían rolar un poco. Me lo negaron porque ya se lo habían terminado. Habían traído un frasquito de ele-ese-de con 25 gotitas. ¿Y se echaron todo, culeros? No mames, no estamos pendejos, lo echamos en una chela pero creo que valió verga.

Exacto. Valió verga. […] en un acto de destreza… Juvenil.