Editorial: Apología de la música desconocida

En un mundo dominado por el streaming y las redes sociales nos damos cuenta que a todos nos gusta la misma porquería: Rosalía, Nicky Minaj, Black Eyed Peas y por supuesto, Caló. Todos sabemos que son basura musical pero aún así nos encanta ponerlas hasta que exploten nuestros oídos (sobre todo los de los demás). Aunque realmente no es que nosotros hayamos encontrado esas canciones o si quiera las hayamos buscado. Surgen de la nada. No nacen como bebés sino como adultos exitosos adictos al crack. 

Detrás de un hit estúpidamente famoso existe una mano invisible (con chingos de dólares) que lo único que busca es limpiarse el culo con la cara de B. Franklin. La música es un negocio. Y los que todavía lo ven como arte puro, quisiera ver su perfecta nutrición basada en aplausos y la felicidad de crear algo bello*. Es triste pero los que hacen música deben de comer, comprar instrumentos y grabar en estudios fresas de la colonia Condesa. Como todo producto la música debe de producirse, comercializarse y consumirse. Pero, ¿qué sucede si sólo finaliza la primer etapa? Simple: fracasa el negocio. 

La mayoría de la música que está en Spotify no es escuchada más que por la abuelita del baterista y los tíos de provincia que se la pasan todo el día en el facebook. Y es cierto, mucha de esa música es mala, muy mala pero hay otra parte que es realmente buena y que no se le ha dado la oportunidad de llegar a tus oídos. La mayoría de las bandas llegan al primer disco y desaparecen pero hay otras que buscan y buscan mantenerse como sea. Son las segundas, las que luchan para sobrevivir (no sólo artísticamente) las que realmente crean cosas increíbles (no digo que no haya primeros discos excelentes pero la mayoría no lo son). 

La música constituye uno de los órgasmos más densos para el ser humano. Desde La novena de Beethoven hasta Tusa están hechas para el deleite de nuestro espíritu. Hay millones y millones de colores distintos, de sabores distintos, de texturas diferentes y también de sonidos distintos. Pero entonces, por qué no en vez de esperar a que llegue todo a nosotros, destinamos un momento personal a la búsqueda de música que no sabes que te hará inmensamente feliz. Si nunca sales de tu caverna siempre pensarás que lo mejor del mundo es el carbón. 

*esto no aplica si eres un explotador capitalista con horas y horas de tiempo libre.