Camilo Séptimo fue la elección correcta para combinar perfectamente con la puesta del sol en el VL18.
Llega un momento en que pierdes la noción del tiempo en el Vive Latino. Los horarios ya no coinciden, las distancias entre escenarios son más grandes de lo que estaban en tu cabeza. Tus planes comienzan a modificarse ya sea por destino o por caprichos de los amigos, pero tú sabes que al final no hay pedo. Han pasado a lo mucho 3 presentaciones completas y de repente ya está oscureciendo. Te parece exagerado que en lo tan poco que lleva el festival ya no haya luz, hasta da la sensación de que se está terminando. Pero no hay nada más equivocado. Es el primer día y aún las piernas tienen fuerza para bailar hasta lo que ponen de fondo. En las pantallas se transmite lo que sucede en el escenario principal, “El Esqueleto” pone a bailar a algunos y a tararear a los más inhibidos. Pasan minutos y ya sólo iluminan los carteles y las pantallas pero el cielo aún tiene luz como neón.
Y por fin se escuchó rugir a la multitud pues ya se leía en las pantallas CAMILO VII. Y con ello comenzaron a sonar esos sintes, y ese groove estético que han desarrollado estos chilangos. Sonó Fusión, la rola que nos dios la bienvenida a la presentación, para ser seguida de Neón, una combinación perfecta a su ambientación, pues se basaba en colores chillantes, estrafalarios pero estéticos y armonizados, tal cual como su música. La tercera canción fue la que nos inició a todos en su mundo, Te veo en el 27. No creo que fuera el único que recordó el momento en que llegó a ese video en You Tube. Lo repetí y repetí hasta que sin querer ya tenía la letra bien tatuada en la cabeza y de paso también a la chica. Yo sé que no fui el único pues fue la primera canción coreada por la mayoría de los asistentes, la primera canción que le decía al mundo que Camilo iba a llegar a lo más grande. Las palabras de Coen resonaron en todo el estadio del Palillo Martínez, “Nunca los vamos a poder olvidar” y podemos decir que nosotros tampoco dejaremos pasar la que fue una de las participaciones más redondas del VL. A la mitad sonó Resplandores y Miénteme, una de las canciones que de seguro estuvo en muchas de las listas de las más escuchadas de sopotify del año pasado (en la mía sí). Ser humano, Eres, Vicio se hicieron presentes en la última media hora de las diecinueve. Entre estrobos, baile, improvisación, sintes y la voz tan característica de Coen dejaron una sensación de haber aprovechado y sobre todo de haber vivido muy bien una hora de nuestras vidas.
Siempre he tenido fascinación por las actuaciones que se empalman con el atardecer, le dan un cierto misterio, un aura a la presentación que no le pueden dar las luces artificiales. Camilo Séptimo fue la elección correcta para combinar perfectamente con la puesta del sol. Su música, sus letras, su entrega de amor hacia su público, engalanaron la media hora de su visita. Además de que siempre será más fácil conectarse con los momentos que se parecen a la misma música; pues los dos desaparecen rápidamente. Una presentación llena de energía, esa que incendia pero no lastima. Si tenemos que resumir la actuación diría que fue un momento de conexión, un momento en que nos dejamos llevar, un momento en el que perdimos la noción del tiempo.
Marzo 2018